
El sobrepeso, la obesidad y esa pancita que se gana con los años pueden meternos en serios aprietos con el corazón. Ya que muchas veces, vienen de la mano con problemas como el colesterol alto.1 Y no es por quitarle sabor a la vida, pero sí hay que bajarle un poquito a las calorías que entran… y subirle a las que quemamos.
Se trata de encontrarle el gusto a moverse: caminar al tianguis en lugar de ir en coche o subir las escaleras aunque te dé flojera. Y en la comida, no es decirle adiós a los tamales o al pozole, sino aprender a medir, a balancear y a no abusar.

Aunque el ejercicio y la actividad física se usan a menudo indistintamente, es importante reconocer que estos términos difieren. La actividad física se define como cualquier movimiento corporal producido por el músculo esquelético que genera gasto energético.2
El ejercicio o entrenamiento físico, por otro lado, es la actividad física estructurada, repetitiva y con un propósito para mejorar o mantener uno o más componentes de la condición física.2

Ya con un poco de ejercicio se obtienen beneficios y, conforme se aumenta la cantidad, se pueden alcanzar más beneficios. Incluso niveles bajos de ejercicio son mejores que nada.3
Estos beneficios del ejercicio para la salud se logran independientemente de la reducción del índice de masa corporal y la obesidad.3
Por otro lado, el ejercicio aeróbico de moderado a intenso también se asocia con una mejora del perfil lipídico al reducir los niveles de triglicéridos y aumentar las concentraciones de colesterol HDL.3
De igual modo, este tipo de entrenamiento físico es una excelente manera de prevenir la hipertensión y un complemento muy importante en su tratamiento.1

Las personas con enfermedades del corazón pueden mostrar cierta resistencia y preocupación a realizar ejercicio y tener incertidumbre sobre cuál es seguro y en qué cantidad. Pero es importante saber que el entrenamiento físico suele ser seguro en personas con enfermedades cardiovasculares y el ejercicio moderado es recomendable para todos, aunque algunas personas pueden requerir restricciones específicas dependiendo del estadio de su enfermedad cardiovascular. No obstante, los deportes de competición pueden ser desaconsejables en algunos casos.3
A la hora de hacer ejercicio, recuerda que debes calentar lentamente durante los primeros 5 minutos de cada sesión para que tu frecuencia cardíaca aumente gradualmente, y para relajar y aumentar el flujo sanguíneo a tus músculos. Del mismo modo, al final de cada sesión, enfría durante 5 minutos para reducir gradualmente la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y para ayudar a normalizar tu temperatura corporal.4
Es importante destacar que no deberías sentir molestias en el pecho, mareos, vértigo ni náuseas durante el ejercicio. Por eso, si notas cualquier síntoma inusual o molesto, acude siempre a tu médico.4
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REFERENCIAS
- Mach F, Baigent C, Catapano AL, et al. 2019 ESC/EAS Guidelines for the management of dyslipidaemias: lipid modification to reduce cardiovascular risk [published correction appears in Eur Heart J. 2020 Nov 21;41(44):4255.
- Pelliccia A, Sharma S, Gati S, et al. 2020 ESC Guidelines on sports cardiology and exercise in patients with cardiovascular disease [published correction appears in Eur Heart J. 2021 Feb 1;42(5):548-549.
- Mannakkara NN, Finocchiaro G. Exercise and the Heart: Benefits, Risks and Adverse Effects of Exercise Training. Rev Cardiovasc Med. 2023;24(3):94. Published 2023 Mar 23.
- Mellett LH, Bousquet G. Cardiology patient page. Heart-healthy exercise. Circulation. 2013;127(17):e571-e572.